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Ruta: Playa de Bolonia – Camarinal – Duna de Bolonia.

Día 16 de junio 2018, hoy a las 8:00 horas salimos desde c/ Góngora, 84 compañeros “48 mujeres y 36  hombres”  para realizar una bonita jornada de senderismo en la localidad de  Tarifa.

Esta jornada de senderismo tenía un tratamiento especial pues al grupo de senderismo se le unió un montón de compañeros (2 autocares) que, a la vez, deseaban echar un buen día de playa o de paseo por la antigua ciudad romana de Baelo Claudia, pero había otra particularidad, la comida la llevábamos nosotros, es decir, cada uno se preparó lo que quiso para comer en la playa o en cualquier sitio que pillásemos.

Así que nada, a las 8:00 horas, después de cargar los autocares con las neveras, sillas de playa, sombrillas y algún que otro chisme más, comenzamos el viaje con un día espléndido y con muchas ganas de pasarlo bien. A la altura de la localidad de San Roque paramos a desayunar en el Restaurante Bernardo Macías donde nos pusimos bien de zurrapa y demás cosillas, una vez terminado el desayuno, pusimos dirección a nuestro destino para llegar más o menos sobre las 10:30 horas. Los compañeros que iban a la playa pues a descargar todos esos chismes y a la playa, los que íbamos de senderismo pues a comenzar rápidamente a andar por esa playa maravillosa de Bolonia.

El sendero que intentaremos describir es una de las rutas más bonitas que se pueden realizar en el litoral de Cádiz, por su belleza paisajística y porque transcurre en un paraje protegido prácticamente virgen dentro del Parque Natural del Estrecho.

Comenzamos a andar por esa playa maravillosa y, a la vez, dificililla para caminar porque te hundias en esa tierra tan finita así que a buscar la zona de la orilla que estaba más dura. Después de un rato anda que te anda, nos tropezamos con una zona de playa para nudistas ya verás las risas y el cachondeo de los compañeros al ver a toda esa gente en pelotas vivas pero nada todos muy prudentes seguimos caminando para llegar a una zona donde se acaba la playa y hay que subir por unos acantilados con unos caminillos llenos de raíces ¡coño! Que había que andar con cuidado para no engancharse en ellas pero eso no le quitaba nada de belleza a esos caminos serpenteando por las dunas. Después de un rato encontramos otra vez playa pero una playa que era un pedregal con las rocas sueltas y húmedas había que andar con cuidado.

Seguimos caminando y pasamos por una zona donde se podían ver algunas pateras ya destrozadas por el tiempo y los temporales y junto a ellas había una especie de cementerio con muchas cruces (supongo que sería algún homenaje a esos pobres que se ahogan en el intento de cruzar el estrecho).

Continuamos para llegamos a un punto donde encontramos un conjunto de piscinas naturales que como su propio nombre indica, son piscinas formadas por el agua del mar que queda entre las rocas al bajar la marea, junto a esas piscinas teníamos unas formaciones rocosas impresionantes por su belleza. Pues nada, allí mismo nos tomamos el pikislabis, nos echamos un montón de fotos y dimos la vuelta para llegar al punto de partida. Al llegar nos tropezamos con los compañeros que se quedaron en la playa todos súper felices y disfrutando a tope de un bonito día de playa, pero era hora de comer así que vamos a ello.

Recogimos los pertrechos del autocar y a buscar un sitio donde comer y que mejor sitio que a la sombra de una palmera, pues nada, todos buscamos un lugar donde acoplarnos y a comer. Tardamos en comer sobre media hora y nos planteamos llegar a lo alto de la duna de Bolonia, así que no había tiempo que perder.

Decíos que no todos se animaron a subir a la duna ¡por algo sería!. Comenzamos a caminar por la playa donde ya había un montón de gente bañándose teníamos que ir sorteando a todos los bañistas y por fin llegamos a la duna. Desde la lejanía la duna parecía algo facilón de hacer, una cosilla de nada, pero al llegar a su comienzo vimos que la cosa iba a ser jodida…. así que vamos para arriba.

La subida a cada paso se tornaba más dificultosa no se podía andar bien por esa arena, cada paso costaba uno y parte del otro pero teníamos que llegar arriba. Mediada la subida llegó un momento que algunos nos planteamos abandonar el reto  y bajarnos pues ya estábamos súper cansado, pero sacando fuerzas de algún sitio seguimos y al fin conseguimos llegar arriba ¡vaya tela marinera! Llegamos muertos pero muertos de verdad, esa jodida duna se nos hizo interminable, parecía desde abajo que era facilón pero para nada tuvimos que darnos un buen palizón.

Desde lo alto de la duna las vistas eran insuperables se veía toda la playa, los bosques de pinos casi enterrados por esa tierra tan finilla y suelta, la costa de Marruecos, en fin que mereció la pena el esfuerzo realizado. Estuvimos un buen rato disfrutando de las vistas, nos echamos un montón de fotos y decidimos bajar por unas rampas de madera que veíamos desde todo lo alto, así que la bajada fue mucho más cómoda y suave.

Llegamos al lugar donde estaban los autocares y, antes de embarcar, hubo un acto bonito y sincero de todos los compañeros para nuestros Responsables del Grupo de SenderismoConchi y Andrés” donde Emilio Ríos y Antonio Hermoso leyeron unas cosillas escritas por ellos mismos en agradecimiento por todo el trabajo y todo el cariño que nos demuestran día a día. También se les hizo entrega con de un regalillo donde participamos casi todos los senderistas.

A continuación cargamos los autocares con todos los bártulos y carretera y manta para Málaga, cansados pero contentos por el muy buen día que pasamos en esas playas de Bolonia.

Buen  día de senderismo  y playa en la naturaleza salvaje de este paraje, mejor día para la convivencia con los compañeros, senderismo con alguna dificultad y muchas risas por todo el camino.   ¡¡Que se puede pedir más!!.

¡¡¡Hasta otro día compañeros!!!.            A. Abu

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Por Casyufera